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Las palabras prohibidas

2 septiembre 2014
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Los barcos existen y existe tu rostro
Apoyado en el rostro de los barcos.
Sin ningún destino flotan por las ciudades,
Parten por el viento, regresan por los ríos.

En la arena blanca, donde comienza el tiempo,
Un niño pasa de espaldas al mar.
Anochece. No hay duda, anochece.
Es necesario partir, es necesario quedarse.

Los hospitales se cubren de ceniza.
Olas de sombra se rompen en las esquinas.
Te amo…Y entra por la ventana
La primera luz de las colinas.

Las palabras que te envío están prohibidas,
Mi amor, hasta por el halo de las mieses;
Si alguna regresara, ya ni reconocería
Tu nombre en mis curvas claras.

Me duele este agua, este aire que se respira,
Me duele esta soledad de piedra oscura,
Y estas manos nocturnas donde estrecho
Mis días quebrados por la cintura.

Y la noche crece apasionadamente.
En sus márgenes desnudos, desolados,
Cada hombre sólo tiene para dar
Un horizonte de ciudades bombardeadas.

Eugénio de Andrade

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