30 noviembre 2015
Amo los gestos imprecisos,
al que tropieza, al que derrama un vaso, al que no recuerda
y es distraído, al centinela
que no pueda evitar la leve
palpitación de los párpados;
les tengo cariño
porque veo en ellos el temblor,
el conocido tintineo
del mecanismo roto.
El objeto intacto calla, no tiene voz,
sólo movimiento. Aquí, en cambio,
falló el artefacto,
el juego de las partes;
se desprendió una pieza,
se delata.
Adentro algo baila.
Valerio Magrelli
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