Mapas y hombres
Si no existiera el mapa,
¿dónde dibujarías la frontera?
Si hubieses heredado
la tierra entera para dominarla
y enmudecer los llanos impensables,
el fiel rumor del mar en las mareas
y el infinito cielo.
Liberar el espacio de su inmensa
perdición sin fronteras es un juego
de locos o de niños o de dioses.
Pero el hombre ha podido hacerlo sin vergüenza:
llenó el aire invisible de poderosos muros
que hablaban siempre y sólo de victorias.
Vomitando su orden inventado,
llegó al libro de Historia y a los mapas
que yo heredé y me libran de pecado
(o me incluyen en uno que no es del todo mío).
Y en sus ojos sombríos se confunden
fidelidad y ladrido:
la belleza del hombre y la mirada
que vigila las puertas del infierno.
Y no sé si le amo o le desprecio.
Olga Bernad