William Goode
30 marzo 2013
Todo el mundo en el pueblo pensaba, sin duda,
que yo iba de un lado para otro, sin objeto.
Pero aquí, junto al río, se puede ver al crepúsculo
y los murciélagos de blandas alas que vuelan en zigzag de aquí para allá;
tienen que volar así para conseguir su comida.
Y si alguna vez te has perdido de noche
en ese hondo bosque que hay cerca del Embarcadero de Miller,
y has probado a ir primero hacia un lado y luego hacia otro,
hacia donde te llevara el resplandor de la Vía Láctea que se filtraba
tratando de orientarte,
podrás comprender que yo buscaba el camino
con un ansia ardiente, y que cuando vagaba,
vagaba buscando.
Edgar Lee Masters
2 comentarios
leave one →
Este poema es genial.
Yo me pregunto, si has leído tantos poemas a la fuerza habrás escrito los tuyos ¿no?
Erico, lo mismo me parece a mí, me encanta el poema.
Yo no sé que tantos pueden ser los que leí, aunque deseo siempre que sean muchos, muchísimos más los que me queden por leer, por disfrutar, por sentir. En el camino algún que otro verso cayó de mis dedos, casi sin querer, casi queriendo ser poema. En este link hay algunas entradas donde podés leerlos https://lifevestunderyourseat.wordpress.com/category/rocio/, gracias por el interés.
Un beso.